Esta es la premisa que se ha usado para este fantástico ejercicio de rebranding de la principal operadora de telefonía móvil en Rusia.
Beeline, así se llama la empresa, pasaba serios apuros en un mercado altamente competitivo y con grandes y fuertes identidades que la dejaban en una situación muy comprometida.
De la mano de Wolff Olins y su increíble estudio de branding, se le dio una nueva imagen a la operadora, construyendo algo más que una marca. Un concepto, una actitud, un lenguaje y una idea.
Así nació la actual Beeline, hoy, una de las marcas más reputadas en Rusia.
La alineación de la identidad visual a la realidad verbal del producto fue el primer paso. Un ejemplo que nos vuelve a recordar lo importante que es tener una coherencia de marca, para generar una buena percepción de forma sencilla, sin tener que contar grandes cosas.
Esta nueva identidad, potenciaba, a diferencia de sus competidores, dos colores: el amarillo y el negro. Típicos en la representación de la 'abeja', insecto que daba nombre a la compañía.
En lugar de construir sobre el icono visual del insecto, se decidió construir sobre algo más elástico que pudiera ser transversal y crear un código propio de comunicación de marca: sus colores.
De esta forma, el negro y el amarillo, se han convertido en LA MARCA, por encima de la identidad verbal o la actividad.
Esto parte de la teoría básica que las formas sencillas, y los colores distintivos, son los elementos que mejor identifica el ser humano. Desde que nacemos, lo primero que aprendemos son formas y colores, la asociación de las mismas nos hace percibir el mundo que nos rodea.
Pocas veces se ven ejercicios de branding tan sencillos y tan profundos a la vez, en cuanto a que juegan con lo importante: la mente humana.
Ni rojo, ni azul, ni naranja, ni verde.... negro y amarillo, dos colores, una marca.
Una vez más, el color hace la marca.