Es evidente que nuestro entorno ha cambiado de forma disruptiva, nada es como era hace unos años. Hemos cambiado la forma en la que nos relacionamos, lo que valoramos e incluso cómo actuamos.
¿En serio?
Desde la aparición de las redes sociales, y la transformación del entorno digital en un ecosistema en el que vivimos y cruzamos información, no hemos parado de escuchar que las reglas del juego han cambiado y que ahora las Marcas deben transformarse para encajar en este nuevo entorno.
Cientos de estudios nos indican que hoy las decisiones de compra se basan en las recomendaciones, que la confianza que nos despiertan las Marcas es lo más importante, que nos movemos por opiniones y observamos antes de cada compra.
Bueno, si no nos equivocamos, eso es así, desde la existencia del comercio en la época de los Feniceos..
En la edad media, seguramente, comprábamos las telas al comerciante que tenía mejor reputación, recomendábamos sus productos a nuestros amigos, familiares y vecinos, intentábamos recabar información sobre todo aquello que podíamos antes de comprar un producto y por supuesto, pedíamos opinión a expertos en la materia.
Así que, parece que de la Edad Media, a la realidad Digital de hoy, no hay mucha diferencia.
Lo que diferencia una época de otra, es la capacidad de acceso a toda esa información. Hoy seguimos buscando opiniones, y recomendaciones, sólo que tenemos la suerte de contar con un canal que llega a mucha más gente, que nosotros cabalgando con nuestro pobre caballo de la época.
Hoy conversamos con más gente, estamos en más lugares, hablamos con más expertos, y conocemos más cosas de los productos y marcas.
Esto no cambia la forma en la que compramos, o nos relacionamos con las Marcas, sólo cambia la cantidad de información ponderada que disponemos antes de ese momento de compra.
En la Edad Media, si un campesino compraba una espada al herrero del pueblo, y se rompía en batalla. Ni él, ni sus allegados comprarían más a ese herrero. Bien, si en lugar del campesino, fuera el rey… a ese herrero no le compraría nadie, se quedaría sin herrería, sin tierras y con suerte mantendría la cabeza sobre sus hombros.
¿La diferencia?, el poder. El poder de influenciar en más personas, en tener un círculo de influencia mayor. La diferencia entre el campesino y el rey, es que la opinión del rey es más influyente que la del campesino.
Lo que ha provocado el nuevo entorno, es que todos seamos reyes, que todos tengamos acceso a una cantidad ingente de contactos a los que poder influir con nuestras opiniones.
Pero el proceso, y la relación con la Marca, es el mismo. Hoy, que en la edad Media.
Existen una serie de valores y atributos que las Marcas han debido mantener desde su aparición para conseguir que seamos capaces de relacionarnos con ellas de forma exitosa, y siguen siendo las mimas de hoy.
Las reglas del juego no han cambiado, son las mismas, pero se juega en un tablero más pequeño, en el que nos movemos más rápido y con más jugadores.
Entender esto, es entender que las Marcas y su contenido están por encima de su entorno, que se basan en las reglas universales de las relaciones humanas, y las personas, como bien definió Maslow, nos movemos por una serie de motivaciones. Esas motivaciones, hoy, son las mismas que en la edad media.
Una Marca no tiene que ser ‘digital’, una marca tiene que generar valor y preferencia a sus consumidores. Esté en el entorno que esté, sea la época que sea, y se relacionen las personas como se relacionen.
La construcción de una Marca, se centra en los deseos y necesidades de sus públicos objetivos, los insights, no en cómo interactúa el entorno entre sí. Crear para el entorno es perder el foco.
Por lo tanto, el mundo ha podido cambiar, y volverá a hacerlo, y marcas que llevan con nosotros 125 años, volverán a estar 125 años más.
PD: En otro capítulo hablaremos de la burbuja digital, de la compra de Likes, de cómo se ocultan las marcas en las recomendaciones, etc.
En fin, somos digitales, desde que el hombre es hombre, sólo nos faltó el medio.
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