O te gusta o no te gusta, o lo adoras o lo odias, lo preocupante es cuando no sientes nada.Lo mismo sucede con las Marcas, o las elevamos al Olimpo de los Dioses o las desterramos al infierno de los Monstruos.
Su misión debe ser enamorarnos, convertirse en una LoveMark y llegar al corazón del consumidor. Aunque sea similar a otra queremos ESA, no me sirve otra.
¿Por qué sino preferimos Nike a Adidas o Coca Cola a Pepsi o a la inversa?
Somos fieles a ellas, estamos dispuestos a perdonar o incluso excusar sus errores. No son Marcas irremplazables, sino simplemente irresistibles. La emoción se impone a la razón. Nos satisfacen, nos llenan, cubren una necesidad y nos sentimos bien cuando las tenemos cerca. Conectan con nosotros, responden a lo que se dice o se espera de ellas.
¿Cómo llegar a ser una LoveMark? Cocinando 3 ingredientes:
Misterio: Una marca nunca debe dejar de sorprendernos, nos tiene que mantener siempre alerta, es la única manera de sobrevivir. Es la clave para superar siempre las expectativas del cliente.
Sensualidad: Los sentidos son necesarios para vivir una Experiencia de Marca .Experimentar siempre antes de comprar. Con esto no solo se logra un mayor consumo, sino lealtad y vinculación a la Marca.
Intimidad: Cada cliente es único y las Marcas tienen que hacer que así se sienta.
¿Y qué pasa con el lado tenebroso? Cuando una Marca nos decepciona, cuando no responde a lo que promulga, cuando se convierte en un Monstruo... en este caso automáticamente la desterramos al infierno. Muchas buenas acciones tiene que hacer para que sus pecados sean perdonados.
Así que… o Dioses o Monstruos, las Marcas actúan y nosotros decidimos.
Si quieres saber más sobre Brand Experience y cómo construirlas, te invitamos a nuestro Taller:
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