Nuestra vida es la suma de las pequeñas y diferentes experiencias que tenemos a lo largo de ella.
Con diferentes personas, momentos, espacios, situaciones, sentimientos y vivencias. Al final el ser humano es el resultado de lo que vive.
En un mundo tan complejo, lleno de matices, es imposible vivir dos veces lo mismo y sentirlo de la misma forma, siempre existirá una mínima variación que transformará el resultado.
La misma copa de vino no sabe igual solo que en compañía, ni cuando estás triste que riendo. La misma luz de la mañana brilla distinta si te levantaste alegre, que si vas enfadado. Ese beso de tu pareja sabe diferente en un momento de pasión, que una despedida.
Las mismas experiencias las vivimos de forma distinta según el momento, el entorno, el estado y la predisposición.
Desde esta perspectiva, se nos hace imposible imaginar un mundo en el que todo sea y se viva exactamente igual en cada punto de contacto. Un mundo en el que las sensaciones no tengan matices, en el que las vivencias puedan replicarse. Un mundo plano.
Hace unos años, nació la idea, que las Marcas debían ser consistentes en todo lo que hacían, estuvieran donde estuvieran. Optimizando recursos, enfocando mensajes y mejorando sus resultados de percepción y significado. De ahí nació el concepto publicitario 360º.
El 360 es el concepto de replicar de forma automática lo que haces, en todas partes. Si es una campaña de publicidad, el spot, el opi, el banner, la cuña, o el envolvente del metro, será igual, dirá lo mismo y transmitirá la misma idea.
El 360 es como intentar vestir de sevillana a un elefante porque queremos verlo a topos.
El 360 ha muerto. En un mundo hiperconectado, omnicanal, en el que cada punto de contacto hoy ofrece personalización, y posibilita la creación de pequeñas experiencias matizables que en su conjunto crean un significado holístico, creer que necesitamos un Copy+Paste es suficiente, estamos fuera.
Hoy el metro, la tele, la radio, la app, el wearable, nos ofrecen matices distintos para crear experiencias enfocadas, con sentido, relacionadas pero únicas.
Hoy las Marcas tienen la posibilidad de ver el mundo como un ecosistema, que como una totalidad.
Una suma y una Media pueden darnos el mismo resultado, pero en sus matices encontraremos la diferencia.
Las Marcas son la suma de aquello que vivimos con ellas, encontrar la forma de ser relevantes, y coherentes en cada punto de contacto, en cada expresión, en cada material, o en cada mensaje, es mucho más importante que ser tercamente consistente de forma irracional.
La consistencia mata los matices, y de los matices vive una Marca.
Al final, en un mundo en el que todos luchamos para estar presentes en la vida de las personas, en realidad luchamos por estar presentes en cada uno de sus momentos.
En esos momentos en los que nos encontramos, y es ahí donde debemos ser relevantes en el medio, en el espacio, en el mensaje y en el matiz. Porque cada medio, cada punto, es distinto, esperamos cosas diferentes y reaccionamos de manera distinta.
No siempre nos llamará la atención la misma persona, estemos en un bar con amigos, solo en una biblioteca o en una reunión de trabajo.
Los entornos cambian nuestras expectativas, y las Marcas deberían cambiar con ellas.
Eso sí, la consistencia construye grandes Marcas, pero mata a las que no la dejan a tiempo.
En fin, la vida es los momentos que vives.
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