¿En qué se parece un huevo a una castaña?
Podríamos estar toda la tarde debatiendo, pero más allá de la supuesta curvatura de sus formas son tan iguales como un elefante y un hipopótamo. Nada. Es curiosos lo fácil que nos resulta distinguir cosas tan obvias, y lo difícil que lo hacemos en ocasiones.
¿Serías capaz de diferenciar una Marca Corporativa de otra que no lo es? ¿Sí? ¿Seguro?
Esta pregunta está al nivel de la de la castaña, pero su respuesta no es tan evidente. Primero tendríamos que preguntarnos qué es una Marca corporativa, y luego entender qué factores hace que sea corporativa en sí.
Llegados a este punto, descubriremos que muchas de las Marcas que crees que son corporativas, realmente no lo son. Son simplemente lo que llamo Marcas de CEO.
Una Marca corporativa es aquella que aglutina un significado poderoso capaz de dirigir a la organización en un sentido competitivo. Un significado resultado de lo que nos hace únicos y nos proporciona cierta ventaja competitiva. Un significado que vivimos hacia dentro para expresarlo hacia fuera.
Un significado por encima de cualquier persona, producto, u organización, un poder que permanecerá año tras año, lo gestione quien lo gestione.
Pues bien, esto no se acerca mínimamente a la realidad de ahí fuera. Hoy la gran mayoría de las Marcas Corporativas son Marcas CEO.
Una Marca CEO es un reflejo de la persona quien la dirige.
Una sombra de una personalidad, de un estilo, de una voluntad. Independientemente de lo que la Marca necesita, una imposición de lo que la persona quiere.
¿Deben estar las Marcas bajo las voluntades de sus líderes? ¿Lo que significamos está condicionado a quienes nos controlan?
Si hiciéramos el ejercicio correctamente, diría que los CEOS deben estar condicionados por sus Marcas. Es decir, no debería ser CEO de una Marca alguien que no pudiera encajar con los valores, personalidad o cultura que necesita la Marca para competir. Y no al revés.
Las Marcas CEO son un producto del ego, y de lo que hasta hoy el hombre es capaz de hacer. Todos queremos dejar nuestra huella en la luna, aunque la luna no las necesite.
La Cultura de una compañía, sus herramientas competitivas como Marca deberían ser omnipresentes, deberían estar en un nivel superior a las personas que las controlan y deberían ser estas quienes nos indican si las personas son las correctas para nuestro objetivo.
Es difícil por no decir imposible, intentar alinear una compañía hacia una cultura o pensamiento diametralmente opuesto al de su CEO. Im-po-si-ble.
Y eso lo único que consigue es limitar nuestra capacidad de adaptarnos al mercado, de construir nuestra verdadera ventaja y de ser lo que realmente necesitamos ser ahí fuera. Si supeditamos lo que somos a quien manda de turno, jamás seremos capaces de construir adecuadamente en una dirección.
Si eres CEO y diriges una compañía, te diría que pensaras dos veces quien dirige a quien, si ahí fuera compites tú o tu Marca.
No siempre es fácil trazar la línea que nos separa, pero sin línea no hay nada que trazar.
En fin, egos a un lado, marca al poder.
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