Vivimos en una comparación constante. Entre lo que está bien y lo que está mal, entre eso y aquello, entre si es mejor o peor.
Nos pasamos la vida pensando qué debemos escoger, haciendo juicios de valor, análisis y comparativas de lo más complejas.
Al final somos fruto de nuestras elecciones.
Lo mismo sucede con las Marcas. Tendemos a tener que escoger entre unas y otras, a intentar entender por qué ese producto es mejor o peor, qué me ofreces, cómo puedo compararlo con el de al lado.
Y en el fondo las Marcas tienen este papel, el de facilitarnos las elecciones poniendo en valor aquello que en teoría las destaca de las demás. Y eso hace más sencilla nuestra decisión.
O no.
Cuando tenemos una gran ventaja competitiva, un producto diferencial, un servicio excepcional, poner esto en valor nos hace únicos y hace sencilla esa comparativa de elección.
Pero al final esto sucede en contadas ocasiones, normalmente en categorías maduras es simplemente cuestión de matices. Y no solemos tener ni el mejor producto, ni la mejor ventaja competitiva.
En esta situación tu Marca se reduce a tu capacidad de poner en valor aquello que todos tienen pero a ti te hace único.
Se trata de hacer tu Marca incomparable.
Cómo puedes comparar dos precios similares si las características de los productos son distintas, cómo puedes comparar dos productos si te ofrecen unas actitudes diferentes.
Te reto a que compares entre sí cualquier oferta de telefonía, que intentes cuadrar en una tabla los minutos que te ofrecen, la condiciones, la velocidad, la letra pequeña y el precio. No podrás hacerlo, están deliberadamente diseñadas para que no puedas comparar.
Y si en lugar de precio, tarifas, velocidades, te ofrezco la posibilidad de aportar a la comunidad siendo cliente, si te ofrezco un estilo de vida con el que te sientes identificado. ¿Es ahora comparable el precio, el producto?
Puede ser por tu producto, puede ser por la forma en cómo lo cuentas, en tu identidad, en tus valores, en tu personalidad, o simplemente en la forma que la activas, pero sea lo que sea, que nadie pueda compararla con tu competencia.
Cuando construimos una Marca tenemos que entender qué nos puede hacer únicos en un mercado, ya sea porque nadie más puede serlo, o porque nadie más puede contarlo como nosotros.
Encontrar la forma de hacer tu Marca incomparable, es encontrar una razón para no caer en las luchas racionales de nuestros consumidores cuando tienen que escoger, es la capacidad de destacar por encima de los demás.
En fin, ser diferente a veces es sólo cuestión de matices.
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