Que si deberías ser más alto, más guapo, más listo, más simpático. Que si deberías tener un mejor trabajo, un coche más grande, una casa con más espacio. Una vida más plena, más social, o más estructurada.
El mundo está hecho para recordarnos lo que nos falta.
Desde pequeños nos miden por lo que somos respecto a los demás, por los fallos que tenemos más que por los aciertos. Un contexto que nos empuja a creer que tenemos que seguir sumando en nuestras vidas para no restar.
En el contexto de las Marcas no iba a ser diferente. Tenemos la firme convicción que para crear posicionamientos competitivos o mejores productos, tenemos que tener siempre algo más que los demás.
Hay que sumar a nuestros modelos nuevas experiencias, nuevos significados, nuevas dimensiones, nuevas funcionalidades, nuevas… nuevos…
Pero, ¿Y si ese no fuera el único camino? ¿Y si pudieras construir desde la resta?
A veces, lo que te hace único no es lo que tienes, es lo que te falta.
Te falta esa agresividad que te hace la persona más maravillosa del mundo, te falta esa cercanía que te posiciona como alguien riguroso y serio, o esa guapura que te confiere más personalidad, o esa puntualidad que te hace ser sorprendentemente impredecible.
Te falta el sabor suave que te confiere un tono amargo y más adulto: KAS
Te falta la capacidad de tener un producto extremadamente homogéneo que produce unos increíbles grumos de cacao: ColaCao
Te falta la facilidad del trago que crea un monstruo para gente valiente: Jagermeister
Te falta el liderazgo y eso hace que todos me valoren por lo que simplemente soy: PepePhone
¿Y si le quitáramos la complejidad a un banco? ¿Y si le quitáramos los coches a los taxis? ¿Y si para tener un hotel no tenemos edificios solo habitaciones? ¿Y si a tu aerolínea mañana le falta aquello que tanto te molesta?
La competitividad de una Marca, en ocasiones, no pasa por lo que es capaz de sumar, sino por lo que es capaz de restar. Por su capacidad de proporcionar un nuevo enfoque desde el que entender una categoría, un producto o un servicio.
Todo el mundo es capaz de sumar, y añadir, pero pocos se paran a pensar qué nos sobra en esta ecuación, que podemos tener de menos que tengan los demás que nos haga únicos.
Vivimos en un mundo en el que la simplificación es una constante, en el que el valor no está en el añadido, sino en el restado. Un mundo que funciona de otra forma y en el que tenemos la oportunidad de reinventar lo que algunos han convertido en esclavitud de las Marcas, de la evolución a la involución.
¿Y si le quitamos a tu Marca aquello que todos tienen y a ti te hará único? ¿Y si esa forma de ser único fuera realmente competitiva?
En fin, restar es sumar.
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