La frustración es un sentimiento de impotencia que se deriva de la imposibilidad de acometer una acción con éxito o de una acción continuada sin el resultado esperado.
No hay nada que genere más desasosiego que un sentimiento de frustración. Es capaz de hacernos abandonar una actividad, de dejar de perseguir un sueño, de quitarnos una ilusión, de desistir en un empeño.
Un sentimiento que llega cuando algo sobrepasa nuestras capacidades o habilidades y a pesar que nos enfrentamos a ello somos incapaces de conseguir lo que esperamos.
La frustración es el mayor enemigo de todas nuestras Marcas.
Cuando nos enfrentamos a un proyecto de cambio de Marca, ya sea por reposicionamiento, ajuste de identidad o rebranding completo, tendemos a pensar que el éxito del mismo depende de la solución que entregamos en un papel.
Tendemos a pensar que lo más importante para que nuestra Marca consiga cambiar es la estrategia propuesta o la creatividad conseguida, o el poder del mensaje, o la flexibilidad del nuevo sistema, o lo bonito que queda nuestro logo en ese verde turquesa tan de moda.
Ingenuos somos.
El 80% del éxito de un proyecto de cambio o ajuste de Marca pasa por la capacidad de poder activarlo e implementarlo.
Es decir, el éxito de un cambio pasa por la capacidad de poder hacerlo realidad.
Y eso si no se plantea bien… es frustrante. ¿Por qué? Porque cuando hablamos de cambio, estamos hablando de personas, de recursos, de tiempo y de dinero. No de rótulos, de logos, de anuncios o de papelería. Y si no lo sabíais, ni los recursos, ni el tiempo, ni el dinero son ilimitados en ninguna empresa.
Tenemos que ser capaces cuando abordamos un proyecto de cambio, de saber dimensionar las implicaciones que esto va a tener, y de saber planificar las fases requeridas para el mismo.
Cuando existe alguna implicación de identidad en el cambio, se abre un universo infinito de cosas a trabajar en el que ni siquiera habías caído, y pretender abordarlo todo en el minuto uno, te va a frustrar. Porque no sabrás realmente por dónde empezar.
Lo peor que puede pasarle a una Marca quedarse sin ser Marca.
Es importante planificar el cambio, prever las implicaciones y fasear nuestros esfuerzos. Tenemos que ser capaces de identificar que elementos son aquellos que tienen mayor impacto en la consecución de la construcción de mi nueva Marca. Qué elementos son aquellos que están más expuestos a construir y comunicar la Marca en nuestras audiencias principales. Qué elementos no son tan importantes en esa primera etapa, y cuales son de menor calado.
Tu WEB corporativa es más importante que las cintas de embalar, o los mensajes en el comedor de los empleados son más importantes que rotular los camiones de tu flota mañana.
¿Pero el camión no tiene más visibilidad que los mensajes en un simple comedor?, cierto, pero ¿Quién ayuda a construir más Marca el camión o la actitud de nuestros empleados atendiendo a nuestros clientes?
Planificar el cambio es algo complejo que a veces requiere soluciones a varios años vista. Hay muy muy pocas Marcas que hayan realizado cambios 360 de la noche a la mañana (ABANCA o MOVISTAR, son buenos casos), pero lo habitual es un despliegue fraccionado por fases, que nos permita abarcarlo con garantías y sin sufrir un shock en nuestros presupuestos ni en nuestros corazones.
En fin, paciencia, Excel y cabeza.
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