Somos lo que los demás ven de nosotros. Sin más.
Vivimos en la sociedad de la inmediatez, en un mundo tremendamente masificado por la sobreinformación. Nos llegan mensajes a velocidades estratosféricas y nuestra mente ha tenido que aprender a sobrevivir a ello.
Si tuviéramos que pensar lo que significa cada uno de los mensajes que recibimos, no quedaría espacio neuronal para enviar las ordenes de respirar o parpadear.
Nuestro cerebro procesa la información casi un millón de veces más rápido que cualquier procesador que podamos crear, y no… no hablamos de multiplicar 1256478 x 2321178… hablamos del procesador de verdad: el inconsciente.
El inconsciente es realmente el responsable de configurar el mundo que vemos y no vemos. Es capaz de procesar el 80% de la información que desechamos al cabo del día. Y eso implica configurar ideas y percepciones que se van construyendo en la parte consciente sin que nos demos ni cuenta.
No te das cuenta pero sabes cuando algo falta en la habitación, o si a tu amigo le notas algo raro en la cara, o si tu parque favorito ya no es como era. No lo sabes muy bien, sabes que pasa algo, pero no de forma inmediata.
Es tu inconsciente quien lo sabe, tú sólo estas a punto de descubrirlo.
Este punto es fundamental para una correcta construcción de Marca, en todos los sentidos. Al final las Marcas son lo que significan para nosotros. Y eso pasa por sumar el resultado de lo que percibimos de ellas, consciente e inconscientemente.
Aquí entra uno de los puntos más interesantes y ampliamente utilizados en la construcción de Marcas: El Patrocinio.
El Patrocinio no es más que la forma de decirle al mundo quien eres a través de otro. Eres lo que patrocinas.
Solemos usar los Patrocinios para construir percepciones que queremos que transmita nuestra Marca. Ya sea para reforzar ciertas ideas o para inferir otras nuevas que todavía no tenemos asociadas.
Un vehículo que nos permite significar más allá de lo que significamos hoy.
Pero el Patrocinio no siempre se usa para lo que se debería. Es más, me atrevería a decir, que pocas veces se usa correctamente.
La diferencia entre el patrocinio de RedBull en la Formula1 y el del Santander, es un gran ejemplo. Uno lo usa para construir y reforzar la percepción de una Marca que te ofrece potencia, energía, alas… y la otra para ser notoria en ciertos mercados estratégicos en los que quiere crecer. (Al margen que pueda trabajar el vector de liderazgo)
A veces encontramos Marcas patrocinando auténticos disparates. Que si una aerolínea patrocinando el día de la tortilla, que si una Marca de coches patrocinando un equipo de fútbol… Pues depende! Depende de si la aerolínea apuesta por la localidad en su propuesta de valor, o si la marca de coches quiere fomentar la percepción de trabajo en equipo, liderazgo y superioridad (siempre que gane el equipo… claro)
Hay mil y una formas distintas de conseguir notoriedad, cercanía con la comunidad, relevancia para un target concreto sin caer en los patrocinios que no suman.
El Patrocinio habla de ti, por lo que debes escoger qué dices.
El mejor plan para no pinchar en un Patrocinio es tener muy clara tu Plataforma de Marca y Posicionamiento, tus Valores y Personalidad. Y entender si lo que quieres Patrocinar encaja o no, si suma o complementa, si eres tú o es otro.
El uso del Patrocinio para incrementar tu reconocimiento es como salir a la calle desnudo, todo el mundo se girará a verte pero a pocos le importará.
Los Patrocinios son uno de esos impactos que suceden cuando tu mente está concentrada en otra cosa más importante. Ves el logo de la Marca pero realmente tu atención está puesta en el evento concreto.
Ese impacto, el mayor % del mismo, sucede en el inconsciente. Se repite como un martillo y el señor que está a oscuras en tu cerebro, intenta clasificarlo en un cajón llamado ‘Significado Relacional’, que será lo que luego busque tu parte consciente cuando se mencione esa Marca.
De ti depende facilitarle el trabajo. Cuanto más sentido tenga el Patrocinio con la idea de tu Marca, más fácil es que completes el mensaje adecuadamente.
Al final del día no eres la suma de todo lo que haces, sino de todo lo que ven que haces. Así que las pocas veces que te vean, haz que valga la pena.
En fin, Patrocinios de valor, siempre.
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