El mundo que vives no existe más allá de las palabras que seas capaz de utilizar para describirlo.
Es así de sencillo. Nuestra realidad se construye a base de verbos.
Eres para los demás, lo que los demás son capaces de decir y pensar de ti. Eres las palabras que el resto del mundo escoge para definir quién eres. No eres más que un conjunto de adjetivos y calificativos que significan algo para alguien.
Es curioso pensar que todo lo que vivimos al final del día, en nuestras vidas, se puede concentrar en unas pocas miles de palabras.
El lenguaje conforma nuestra realidad, y nos permite conectar con la gente que nos rodea. Explicar sensaciones, expresar sentimientos, proyectar imágenes sin que existan, e incluso inventar mundos que nadie conoce.
Quien se haya dedicado mínimamente a la construcción de Marcas, sabrá que el 80% de nuestro trabajo es expresar en las palabras adecuadas el concepto que nos hace competitivos en un contexto. Es, encontrar la forma de explicar por qué somos distintos a los demás. Qué nos define. Qué aportamos.
No es lo mismo definir a tu compañía como ‘constante’, que ‘tenaz’, ni como ‘dinámicos’ o ‘vivaces’.
Las palabras son grandes contenedores de significados, y matices, capaces de cambiar la percepción de aquello que estamos proyectando.
De hecho, cuando defines una Marca lo que haces es escoger las palabras adecuadas para que tu Posicionamiento, tus Valores, tu Personalidad, tu Propuesta de Valor, tu Nombre, tu Tagline, tu Tono… sean capaces de construir el significado necesario para competir de forma relevante y diferencial.
Las palabras conectan tu Marca con tu Negocio.
No es lo mismo decir que ‘Somos una compañía de deportes’, que decir ‘Somos una actitud deportiva’… El uso de la palabra, transforma lo que perciben que eres, a pesar de ser lo mismo.
Nuestro cerebro está condicionado 100% al uso de las palabras, ya que va construyendo al realidad en función del significado de las mismas y los aprendizajes asociados que hemos almacenado en nuestra memoria.
Por ejemplo, si describimos un producto como Agua Mineral de Frutas, o como Frutas de Agua Mineral. A pesar de ser el mismo producto, el imaginario que se abre ante nuestra mente es completamente distinto.
En el primer caso la palabra ‘Agua’ condicionará por completo nuestro imaginario… hidratación, natural, aburrido, poco sabor, aguado…. Y el segundo… sabor, frescura, naturalidad, hidratación.
¿Por qué? Porque nuestro cerebro condiciona el mundo que percibimos según el contexto en el que cree estar.
Si cree que estamos en un mundo de Aguas, va a condicionar nuestra percepción a esa realidad.
Durante un experimento a principios de siglo, se ofreció una bebida caliente a un grupo de discusión que debían negociar unos términos de un contrato. Y una bebida fría a otro grupo con el mismo objetivo.
La sensación de bebida caliente en las manos, hacía entender al cerebro que estábamos en un contexto de confort, hogar, protección, seguridad y las negociaciones fueron más distendidas. La bebida fría resultaba incómoda y molesta, y eso hizo que ese grupo tuviera más problemas para llegar a un acuerdo. La temperatura de la bebida influyó en el estado anímico de esas personas.
En otra universidad, ya lo contamos hace un tiempo, un grupo de estudiantes que leyó en una serie de palabras ‘anciano, vejez, pesado, cansado’, tardaban más de media en recorrer el pasillo de la universidad que el grupo que leyó palabras como ‘dinámico, joven, fresco, ágil’.
Es decir, cuando tengas que construir una Marca, la diferencia entre Innovación e Ingenio, entre Constancia y Tenacidad, entre Proactivo o Resuelto, puede marcar la diferencia entre que te vean como a los demás, o que crees tu propio espacio de existencia.
Si quieres dedicarte al Branding, el uso de la Palabras será tu mayor reto. Porque no hay Marca sin palabras, pero sí muchas palabras sin Marca.
En fin, no hay realidad sin palabras que la describan.
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