La realidad es un concepto bastante etéreo, porque depende del sujeto que la vive y el contexto en el que se encuentra.
Una niña sujetando una pecera con un pececito de colores, caminando por un mercado, construye múltiples realidades al mismo tiempo.
La niña y su percepción del mundo, la gente que la ve pasar y la observa desde diferentes perspectivas y pensamientos, la gente que no la ve y para la que esa niña jamás existió, y por supuesto, la realidad del pececito desde dentro de la pecera que observa el mundo de una forma que ni imaginas.
Por simplificar mucho nuestra vida, acabamos asumiendo que la realidad es la suma de todas las posibles en ese momento, y vale aquella que tú eres capaz de explicar, aunque sea distinta a la de los demás.
Nuestra vida es la suma de muchas.
Un concepto sencillo que en nuestros días se ha complicado. Hoy, vivimos en una sociedad hiperconectada y digital, una sociedad que ha impersonalizado las relaciones y ha convertido la tecnología en un escudo en el que parapetarse.
Hoy escribimos un whatsapp o enviamos una nota de voz, antes que llamar. Mandamos un email antes que reunirnos. O buscamos pareja pasando páginas antes que jugártela en la calle.
Pedimos la compra al súper desde el sofá de casa, no pasamos ni de broma por la sucursal del banco, y nos pensamos mucho eso de quedar si tenemos una serie pendiente en Netflix.
Hoy todo, es un poquito menos real.
Entendiendo real como ese momento en que varias vidas comparten un mismo contexto de estímulos físicos que conforman diferentes realidades.
Tú en tu casa, y yo en la mía. Tú en tu sofá con la música a todo trapo, y yo en el jardín tumbado en el césped teniendo una conversación por whatsapp. Ya no compartimos el mismo contexto que compartíamos antes y que construía una realidad común.
Y esta hiperimpersonalización de las relaciones crea un verdadero reto para las Marcas.
Al final del día, una Marca quiere ser importante en tu vida. Y para ello necesita conectar con tu realidad. Contigo.
Ese reto hoy es mayor que hace unas décadas, pues aunque las Marcas hoy se meten hasta nuestra cocina, no tienen la oportunidad ni de entender nuestro contexto en ese momento, ni vivirlo, ni compartirlo.
En una era en la que no consumimos Marcas, sino Experiencias, parece complicado crear un vínculo poderoso desde la impersonalización de nuestra vida.
La buena noticia… queremos cambiarlo.
En una campaña muy interesante de ING, pidiendo a la gente que explicara qué echa de menos de los años 90, más del 80% de las personas que participaron respondieron: ‘La no dependencia de las tecnologías’, ‘las relaciones de antes’, ‘el lujo de estar desconectados’…
Era de esperar, hoy el lujo no es conectarse con medio mundo, sino estar desconectado de él y poder vivirlo de una manera diferente.
Abandonar por unos momentos los universos digitales y sumergirnos en el contexto que realmente nos rodea, que nos activa todos los sentidos.
Hacemos la compra online, sí. Pero cada vez compramos más frescos en los mercados tradicionales.
Pedimos comida a domicilio, sí. Pero cada vez salimos más a comer y cenar fuera.
Enganchados a Netflix, sí. Pero aumentan las recaudaciones de taquilla en el Cine cuando la peli es buena.
Crear relaciones laborales digitales, sí. Pero crecen el número de eventos presenciales para hacer networking.
Existe un movimiento de reconquista de nuestra realidad. Más allá de que muchas Marcas han entendido que la realidad es la suma de lo digital y lo físico, y por ello vuelven a las calles como Solvia, Amazon, Openbank, o ING, las Marcas se empiezan a dar cuenta que necesitamos interactuar más. Que necesitamos más experiencias compartidas y no interpretadas.
Crecen el número de festivales, de academias y escuelas de negocio, de clubs deportivos, de asociaciones y federaciones, de cualquier cosa que nos permita compartir algo con alguien.
En un contexto en el que cada vez es más sencillo conectar digitalmente, preferimos hacerlo físicamente.
Esto nos plantea una reflexión, el uso de los canales como un medio y no como un fin.
No importa el canal que usemos para conectar con quienes nos importan, lo que importa es lo que hagamos con quienes conectamos.
Hasta ahora hemos tratado los canales digitales como un fin en el que estar. Y debemos empezar a plantear que son simplemente un medio para establecer realidades compartidas. Y eso requiere pensar no sólo en forma omnicanal, sino entender en que canal conectas y en cuál generas valor.
Porque crear Valor en un entorno en el que puedes vivirlo plenamente, es crear una Experiencia poderosa.
Así que, viviremos una nueva sociedad que valora la desconexión, que prefiere tocar a imaginar, sentir a compartir. Una sociedad más real.
En fin, no es más feliz el que más tiene, sino el que más lo disfruta.
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