Sófocles y posteriormente Freud hicieron popular al desdichado rey Edipo. Un personaje de la antigua Grecia que acabó matando a su padre y desposando a su madre. ¿Quién no conoce la historia?
En nuestros tiempos conocemos a Edipo por la interpretación que hizo Freud acerca del trastorno psicológico que lleva su nombre. El cual se manifiesta por un sentimiento de amor hacia el progenitor de sexo opuesto.
Básicamente el niño se enamora de la madre o la niña del padre (complejo de Electra).
En nuestra disciplina el Complejo de Edipo y Electra es algo similar, y tiene que ver con la capacidad de los Gestores de enamorarse de sus Marcas perdiendo la perspectiva total de lo que hemos venido a hacer.
No son pocas las ocasiones que encontramos Gestores y Gestoras de Marca que han adoptado un amor incondicional hacia la Marca que gestionan, creando un vínculo increíblemente tóxico, en algunas ocasiones.
Es cierto que si un Gestor es incapaz de construir un sentimiento de pertenencia por la Marca a la que trabaja, es muy complicado que pueda hacer correctamente su trabajo.
Si tus empleados no se enamoran de tu Marca, no esperes que los demás lo hagan.
El caso es que las Marcas las creamos para conectar con ciertas audiencias, motivaciones y necesidades. Y debemos gestionarlas desde ese prisma.
Es decir, si queremos construir una Marca canalla, irreverente y rebelde, debemos pensar como un Gestor canalla, irreverente y rebelde, o como mínimo entender qué le motiva o que le mueve a una persona canalla, irreverente y rebelde.
Si hoy, estamos contratando a nuestros empleados en función del cumplimiento de los Valores que queremos que represente en nuestra empresa… ¿Por qué no contratamos a los Gestores en función del encaje con la personalidad de la Marca que va a gestionar?
En un mundo ideal, los Gestores deberían ser el espejo de sus Marcas y no al revés. Que lamentablemente es lo que acaba ocurriendo el 80% de las veces.
Gestores que proyectan a través de la Marca que gestionan, sus gustos, su personalidad, su visión… sin darse cuenta que la Marca no se creó para ellos, sino para sus audiencias.
Este punto es complicado, porque en el día a día de un Gestor tendrá que tomar decisiones que posiblemente no le gusten, pero que son las mejores para su Marca.
Cuando se materializa el complejo de Edipo y Electra, esos Gestores se enamoran de sus Marcas, y cuando el Gestor no encaja con lo que la Marca necesita, ese amor es enfermizo.
Querer a alguien cuando te corresponde es bonito, pero cuando no puede convertirse en una terrible obsesión.
Las Marcas deben sobrevivir a sus Gestores, a sus CEOS, a sus empleados. Las Marcas son un elemento competitivo que debe perdurar, la gestione quien la gestione, en la misma dirección.
Por ello, tenemos que entender que los Gestores y equipos que la controlan, tienen que estar lo más alineados posibles con ella. Ya sea de fondo, porque en su naturaleza comparten valores, personalidad y propósito, o de forma, porque entienden que es lo mejor para la Marca aunque ellos jamás hicieran nada parecido.
Las Marcas no son nuestras, son de quienes las usan.
Desde aquí animamos a Gestores y Marcas a hacer una reflexión acerca de la selección del talento que escogemos para dirigir el rumbo de lo que hacemos, y de los procesos que establecemos para controlar todo eso.
Edipo, acabó matando a su padre y desposando a su madre, sacándose los ojos para no ver lo que había hecho...
En fin, Griegos y sus locuras.
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