Dime con quien andas y te diré quien eres. Ya lo decía la sabiduría popular.
Es verdad que al final del día somos el resultado de lo que los demás ven de nosotros. De la suma de lo que hacemos, lo que decimos, lo que proyectamos, lo que hacemos sentir a los demás, y por supuesto de quién nos rodeamos.
Nuestra Identidad es como una especie de agujero negro que atrapa y absorbe todo lo que hacemos, y a todo lo que nos acercamos. Nos define lo que hacemos, y lo que no hacemos, lo que defendemos y lo que no defendemos, con quien nos tomamos un café o con quien no decidimos tomarnos ese café nunca.
No imagino a Greta irse de copas con un negacionista del cambio climático, por muy buena persona que sea. Al final lo que queremos ser para los demás nos condiciona en las decisiones que tomamos.
Como dice la frase ‘Lo que quieras ser en el futuro debería haber condicionado tu pasado’.
Bueno, las Marcas sufren mucho estas dinámicas, las de rodearse de las personas, productos, iniciativas y mensajes adecuados para poder proyectar lo que necesitan ser para conectar contigo.
Una de las herramientas más sencillas para construir significados complementarios a los que eres, que te ayuden a evolucionar, a adquirir nuevos valores y atributos, por simplemente asociación, es lo que conocemos como CoBranding.
Cuando dos Marcas distintas deciden caminar juntas para crear una nueva perspectiva sobre ellas, o reforzar su posicionamiento a través de un tercero.
No vamos a contar mucho sobre CoBrandings porque ya lo explicamos aquí hace mucho: LEER.
Lo que sí que vamos a contar es los peligros ocultos tras esas decisiones, que a veces priman más por su rentabilidad comercial, que por su utilidad competitiva.
Hoy vamos a pararnos en el último movimiento de DONUTS con el cobranding que ha realizado con el excéntrico David Muñoz, el chico de moda en la restauración nacional, con 3 estrellas Michelín, propietario de Diverxo, Goxo, o Streetxo.
Donuts presenta un nuevo in-out en colaboración con David Muñoz. El chef madrileño ha creado una receta exclusiva, y casi Gourmet para la Marca de Panrico.
El resultado, muy pintón. Pero con muchas luces y muchas sombras.
La primera pregunta que nos hacemos es ¿quién sale ganando con esto?, ¿este ejercicio construye una nueva dimensión para alguno de ellos? ¿es un cobranding que suma o resta?
Desde el punto de vista de Donuts, pues depende. Depende de si su estrategia es empezar a desarrollar productos más únicos, creando un nuevo segmento más adulto y gourmet, pero vamos, que hablamos de un Donuts… no de la hamburguesa de Dani Garcia para McDonalds.
Depende si Donuts tiene la intención de construir un nuevo posicionamiento para conectar con otro tipo de público. Depende de si esto es flor de un día o una primavera para la Marca de Panrico que tendrá más flores.
Pero desde luego, Donuts no se ha caracterizado por ser una Marca canalla, extravagante o con una personalidad fuera de lo normal. De hecho, toda la energía se la lleva su hermana pequeña Donetes.
Por lo que a simple vista, David Muñoz no parece que sea un ejemplo bandera de la personalidad de Donuts, ni algo que pueda complementar el universo Donuts como Marca…
Y por otro lado, la sombra se la lleva Muñoz. Lleva años construyendo un posicionamiento de alguien valiente, sin pelos en la lengua, que apuesta por lo bueno, la reinvención de la tradición desde la autenticidad, es una bandera de un estilo de vida saludable y siempre defiende los buenos alimentos….
Bueno pues acaba de crear un Donuts con ‘Aceite de Palma’ y todo lo que necesita un Donuts para ser un Donuts. Un Donuts que entre la nota de ‘cata’ y el resultado final hay un mundo, pero un mundo. Un Donuts producido por una máquina industrial que se cuentan por miles. ¿Es esto sinónimo de David Muñoz?
El intento es interesante, pero los compañeros de viaje quizás podrían haber sido otros. Desde luego, no es un Donuts por el que esperarías haciendo cola 2 meses para probarlo.
Al final, un combo muy comercial, pintón, llamativo, pero vamos, como ver a Greta bailando la conga en un bar de negacionistas.
En fin, cuando el corto plazo se come el largo.
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