Todos sabemos la metáfora de ‘la jaula de oro’. No habla de otra cosa que no importa lo que se vea desde fuera, lo que importa es lo que se vive desde dentro.
Eso que reluce que te encorseta y te atrapa en una vida aparentemente maravillosa, que no es más que una cárcel que te atrapa y te impide avanzar.
En cierto sentido me recuerda mucho al mundo del Branding. A esos casos en los que prima lo que parecemos desde fuera, pero que nos deja vacíos desde dentro.
Todos los que trabajamos en esto hemos recibido esa llamada pidiendo ayuda porque necesitaban un logotipo, que sea chulo por supuesto, y moderno, y que parezca que somos la leche. Pero ni somos chulos, ni modernos, ni somos la leche, o peor aún, el mercado no necesita que seamos chulos, ni modernos, ni la leche.
Abordar un tema de Identidad nunca es sencillo, sobre todo si no entiendes qué es la Identidad. (Me voy a centrar en la visual) La Identidad es el conjunto de elementos que proyectan lo que queremos ser para los demás a través de estímulos visuales. Lo que queremos ser… ¿cómo sabemos lo que queremos ser?
Normalmente esta pregunta es incorrecta… o como mínimo no es la primera pregunta que debes hacerte. La pregunta correcta es ¿qué necesitamos ser para ser diferenciales y relevantes en esta categoría?... luego puedes empezar a preguntarte ¿qué debo hacer para serlo? (y qué implica), y ya por último, cuando lo tengas claro, ¿qué queremos ser para los demás? Y es el camino a seguir.
Dicho esto, parece que una simple Identidad es la más profunda proyección de lo que quiero significar.
Por lo que un mal ejercicio de identidad preciosoooo, puede atraparte de mil formas, como la jaula de oro:
- Puede quedarte grande y crear un overpromise entre lo que pareces y lo que realmente eres capaz de ser hoy.
- Puede encorsetarte en el corto o medio plazo si has sido muy literal y tienes que pivotar.
- Puede atraparte en algo que conocemos como Blanding, una copia de una tendencia que lo mimetiza todo.
- Puede hundirte en el pasado si no eres suficientemente retador para provocar el verdadero cambio interno, cuando se necesita.
- Puede ahogarte en problemas y problemas de implementación y producción el día que decidas que el OFF también existe y no pensaste en ello.
- Puede ser un disfraz en el que nadie de los tuyos se reconozca.
- Puede que nadie entienda lo que eres o lo que aportas.
Puede que sea bonita, trendy, y que te mole mucho. Pero puede que sólo sea el primer ladrillo de tu palacio, que acabe convirtiéndose en una jaula de la que te puede costar salir.
En fin, el brilli brilli.
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