Sever la esarf anu se otse. Esto es una frase al revés. A veces las cosas no son lo que parecen, sólo hay que encontrar la perspectiva correcta para que sean lo que son.
Quien no recuerda el mito de escuchar un vinilo hacia atrás para encontrar el verdadero mensaje. Quien no ha caminado de espaldas pasando por una puerta para pedir un deseo.
Nuestra cultura y nuestra historia está llena de mitos y leyendas, de significados ocultos, de mensajes para descifrar y de juegos mentales, que proporcionan nuevas realidades a lo que vemos.
En la construcción de marcas también existen estos juegos, significados ocultos en un color, en una tipografía, en un gesto. Significados ocultos en un nombre, en una propuesta de valor, declaraciones de intenciones que están ahí y no somos capaces de ver.
El naming ha sido tradicionalmente una de las anclas de esta habilidad, el naming tiene la capacidad de esconder y ocultar significados y realidades que no vemos, hasta que no nos las cuentan.
Pocos saben que Noatum, una compañía marítima española, esconde el dios Nórdico de los mares. O que Famosa, las muñecas, no es más que el acrónimo de Fabricas Agrupadas de Muñecas de Onil SA.
El nombre es una fuente de significados que podemos utilizar para transportar nuestro mensaje más oculto.
La formulación del naming que más se presta a ello es la conocida como Acrónimo. Un conjunto de letras que tienen como función designar nombres complejos mediante sus iniciales: OHL, FCC, ACS, NH, BP, HP,…
Tradicionalmente muy poderosos en la construcción de Marcas desde el siglo pasado, y hoy un remanente de unas prácticas ya casi perecederas.
Con el incremento de la competitividad y los mercados globales, construir sobre un acrónimo es construir sobre la Nada. La indiferencia, la falta de significado, la falta de memorabilidad, la falta de personalidad y la falta de Marca.
A raíz de este problema surgieron los Acrónimos Fonéticos, aquellos que podían pronunciarse como una palabra pero que respondían a las mismas reglas, condensar un nombre más largo: MOMA, RENFE, NASA, INTA.
Nombre que mejoraban su memorabilidad, fonética y diferenciación, pero que seguían siendo abstractos sin sentido hasta que no conocías su significado. INTA, Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial.
Por eso hoy, los acrónimos han encontrado una nueva forma de existir, y aparecen lo que llamamos Descriptivos Inversos.
Los Descriptivos inversos son palabras con sentido propio cuyas letras tienen la capacidad de formar un acrónimo.
Palabras que existen en nuestro diccionario que podemos convertirlas en un acrónimo, que tienen sentido por sí mismas, que significan algo y que poseen una virtud de capitalizar unas siglas.
CREA, Centro Residencial para Estudiantes de Arte.
IDEA, Innovación y Desarrollo Espacial y Aeronáutico
Una nueva forma de dotar de personalidad un simple Descriptivo sin caer en un Acrónimo Abstracto.
La Técnica es muy sencilla y compleja a la vez. En lugar de comenzar construyendo el Descriptivo, buscamos una palabra que pueda contener el campo semántico que nos interesa, capaz de proyectar el significado adecuado.
Una vez encontradas estas palabras, intentamos dotar de significado a sus partes.
CREA, también podría ser, Culinary Research&Education Academy.
Es la parte más complicada, ser capaces de construir con las letras de nuestra palabra, un descriptor capaz de dotarla de sentido y proyectar un nuevo significado. Una forma de construir más allá de lo que ves, una forma de tener una nueva historia que contar.
A esto, lo llamamos Acrónimos Inversos o Descriptivos Inversos, una nueva forma de seguir dándole vida a un obsoleto e inútil sistema de creación de nombres tradicionales, basado en el acrónimo más obsoleto.
En fin, Inversa! (Innovación Verbal Siempre Activa)
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