Dicen que no se puede conquistar el mundo desde el sofá, y que no se puede ser alguien sin ser valiente.
Es una lección que vas aprendiendo con los años. Cuando quieres algo hay que salir a buscarlo, y llega un momento en esa búsqueda en la que hay que tomar decisiones, cargarse de valor y apechugar con lo que haces.
Quien crea que puedes cambiar tu mundo sin cambiar nada, sin arriesgar lo más mínimo, es alguien que todavía sigue sin cambiar.
Y eso nos lo encontramos a diario en nuestra disciplina.
Compañías, Marcas, Clientes, que llegan preguntándose cómo pueden mejorar una situación, salir de un desgaste, crecer o simplemente mantener su posición competitiva frente al empuje de la competencia.
Compañías, Marcas, y Clientes que en realidad quieren que desde el sofá su mundo giré de otra forma.
Atentos que esto es ciencia aeroespacial: No se puede cambiar sin cambiar.
No son pocas las ocasiones que nos enfrentamos a la resistencia interna al cambio, a los miedos de poner en marcha un proceso que ni imaginaban. Llegas aquí pensando que alguien dirá cuatro cosas y te darán una tarjeta de visita más bonita, y te das cuenta que lo que falla es tu estilo de dirección, pero eso ya es otra cosa.
Transformar, mejorar u optimizar una Marca, pasa el 90% de las ocasiones por afrontar cambios internos. De cultura, de procesos, de mentalidad. Pasa por afrontar inversiones en activación, implementación… por afrontar el reto de cambiar.
Todo proyecto comienza con esa conversación en la que tu cliente decide mencionar a una de esas Marcas que molan… ‘queremos ser como ….’. La primera respuesta que nos viene a la cabeza siempre es ‘¿eres tan valientes como ellos?’.
Detrás de una Marca molona, hay un cliente valiente.
Alguien que decidió que era la hora de hacer las cosas diferentes, que había que cambiar lo establecido, que había que hacer esfuerzos y sacrificios, que todo era cuestión de proponérselo y aguantar. Alguien que quería abordar realmente el proyecto.
Y ese es el problema. La gran incultura sobre la materia en nuestro país, plantea el problema de que muchos clientes no saben realmente lo que compran cuando solicitan un proyecto de Branding. Y no están realmente ni preparados, ni comprometidos con lo que supone.
Es como comprar una mascota sin saber realmente el trabajo que lleva, la acabarás abandonando, y te odiaremos por ello.
Aquí lo mismo, tendrás lo que necesitas y no lo usarás jamás porque no te atreves a hacerlo. Tendrás una Marca en un cajón.
Así que cuando decidas que el Branding es una disciplina que puede ayudarte, piensa que esto no va de logos bonitos o colores resultones, ni frases ingeniosas, esto va de tu realidad de producto, de las entrañas de tu compañía y de lo buen o mal cliente que seas capaz de ser.
En fin, recuerda no hay país para cobardes.
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