El ser humano, como humano que es, tiene una serie de limitaciones interesantes. Nuestro creador, sea biológico o divino, nos ha programado con un código base que nos hace ser lo que somos.
A pesar de lo que aprendemos en la vida, lo que vivimos, nuestras creencias e ideologías, hay cosas que compartimos todos y eso se llama herencia 'Darwiniana.'
Es decir, somos una máquina cargada con un código fuente sobre el que se puede construir y ampliar, pero parece que no podemos alterar los básicos.
Sentimientos como el amor, el miedo. El instinto reflejo, o la programación que nos impide dejar de respirar por voluntad propia hasta morir. Son transversales a todos los seres humanos.
Somos máquinas que aprenden a soñar.
Entre otros básicos tenemos algunos muy interesantes que explorar desde la gestión de Marcas. El sentimiento o la necesidad de sentirnos bien con nosotros mismos, es uno de ellos.
Desde que nacemos vivimos en una cultura marcada por lo que está bien y lo que está mal. Se nos dice qué podemos hacer, y qué no. Y también se nos enseña qué conductas son las apropiadas para vivir en armonía en una sociedad y cuales te excluyen.
Y a pesar de eso, hemos sido quizá la sociedad, que con más conocimiento que ninguna otra, peor hemos tratado el entorno que nos rodea.
¿Por qué?
Por lo que llamamos la balanza pérdida-ganancia. Estamos programados por naturaleza para evitar perder más que para ganar.
Observa:
Si me das un 1€ puedes ganar en un sorteo 10.000€. ¿Me lo darías? Seguro que llevas algo suelto. Cuesta nada.
Ahora bien, si me das 1.000€ puedes ganar en un sorteo 10.000.000€… ¿Y ahora?
A pesar que la equivalencia es la misma, por cada 1€ ganas 10.000€, no te parece que vayas a ganar igual. Es simplemente el efecto balanza de pérdida, en el segundo caso la cantidad que puedes perder es mucho más significativa y la valoras más que la que puedes ganar, a pesar que tienes las mismas oportunidades y es el mismo ratio de ganancia.
Pues nos pasa en todo igual. Lo que pierdo renunciando a según qué cosas, productos, artículos, experiencias, etc… frente a lo que gano a corto plazo cuidando mi entorno, mi comunidad, mi planeta o mi futuro, no es balanceable para nuestro primitivo cerebro programado.
Es más, como lo sabemos, buscamos en las empresas, las organizaciones y las instituciones aquello que nosotros no hacemos para sentirnos cómodos y redimidos por no hacer lo que deberíamos estar haciendo.
Me hizo mucha gracia aquellos compradores de VW que se llevaron las manos a la cabeza por el escándalo de las emisiones: ‘yo si lo hubiera sabido habría comprado otro coche que contaminara menos’… bueno, si querías no contaminar haberte comprado un eléctrico, o una bici o un bonobus!!!
Miramos la RSC, la Responsabilidad Social Corporativa como si de una salvaguarda se tratase o como si fuese a absolvernos de nuestros pecados. Cuando la RSC es de hecho un ‘Tengo que hacer algo bueno, porque lo que hago de partida es malo.’
De hecho la mejor RSC es aquella que no se necesita, y se basa en los Negocios Socialmente Responsables. (DoGooder Brands – Artículo)
Pero supongamos que la RSC es algo necesario, ¿cómo podemos trasladar la RSC de las compañías, de las Marcas, a sus empleados o consumidores?
Hackeando el cerebro
El cerebro, como cualquier sistema programado, tiene agujeros que podemos aprovechar para cambiar nuestra conducta.
Veamos un ejemplo:
Acabas de gastarte 100€ en la compra y al salir un chico de una ONG te pide 1€ para colaborar. Las probabilidades de que tengas alguna moneda y quieras darle ese euro es de un 10-20% (según estudios ONG – EroskiConsumer en 2010)
Ahora imagina que vas a un restaurante, te gastas 100€ en la comida y al pagar, en la cuenta te han cargado 101€ (1€ corresponde a una donación voluntaria a una ONG) y si no quieres donar, tienes que avisar al camarero para que quite ese Euro de la cuenta. ¿Qué haces?, el 80% deja el Euro.
¿Por qué? Es muy sencillo, en este caso la pérdida no es el Euro, es la Moral y la Ética. La pérdida de negar lo que debería estar haciendo por defecto y no hago. Es una forma de redimir aquello que siempre delego a terceros.
Somos máquinas pero tenemos consciencia y por encima de ella, tenemos miedo a perder alguno de nuestros atributos que valora la sociedad.
Ahora imagina esto en tu nómina, 3€ al mes por empleado de forma automática para fines sociales y la empresa pone 3€ por ti también. Multiplícalo por una empresa del IBEX con 14.000 empleados. Son casi 100.000€ al mes a proyectos solidarios.
¿En serio pedirías a Recursos Humanos formalmente que no te quitaran esos 3€? (que desgravan a Hacienda? ¿En serio minarías tu Marca Personal por 3€? ¿Y que tus compañeros te mirasen de esa forma en la que miran los compañeros?
Las Marcas tienen que aprender que la RSC es algo que tenemos que compartir, que ellas son las primeras en dar ejemplo pero que nos pueden ayudar a sentirnos más colaborativos, participativos e involucrados en sus programas de ayuda.
En fin, todo sistema puede hackearse, ¿verdad Trump?
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