Todos predicamos lo importante que es una Marca para el desarrollo competitivo de un negocio. Ya que nos permite construir un significado diferencial y relevante que impacta positivamente en nuestro negocio, creando valor, preferencia y recurrencia en nuestras audiencias.
A veces cuando se habla de todo esto, entramos en un plano muy de negocio, cifras y porcentajes, con toda la buena voluntad de mostrar que esto es real, que es un intangible cuantificable, y que la inversión siempre merece la pena. Un discurso que en según que niveles o compañías se puede perder un poco. Al final el pensamiento ‘estos números grandes deben ser para otro tipo de empresa’.
La realidad es más parca. Mucho más sencilla, no me importa mucho saber si una Marca bien construida reduce la sensibilidad del precio un 20 o un 30%, lo que sí me interesa es que una Marca bien construida proyecta un mayor valor percibido. Y no hace falta irse al IBEX para buscar ejemplos, basta comparar las dos panaderías de tu barrio, la cara y la barata.
Que la Marca bien construida es capaz de mejorar las rentabilidad de tu negocio en un 40%, o que en realidad es capaz de atraer a más gente que el otro, convertir más en ventas y te permite tener un mayor margen frente a lo mismo que vende el otro.
Lo que no se cuenta es qué pasa cuando no construyes de forma consciente tu Marca. Y digo consciente, porque todo quien tiene un cliente tiene una Marca, y que no te esfuerces en construirla, no significa que no se construya, porque si no lo haces tú, lo harán los demás por ti. Es algo que existe por el mero hecho de que tu negocio exista, lo que signifique dependerá de lo que te esfuerces en significar.
Si tu Marca no impacta positivamente en tu negocio, lo está haciendo en el negocio de los demás.
No tener una Marca construida de forma consciente te impide:
Ser quien realmente eres, siendo lo que los demás creen que eres.
Ser diferencial más allá de lo que vendes.
Facilitar la elección de compra ahorrando preguntas a aquellos que no te conocen todavía.
Dar una razón al futuro talento para apostar por ti más allá de las condiciones.
Proteger tu negocio de futuros competidores que hagan los mismo que tú.
Crecer en otros mercados de forma sencilla sin tener que empezar de cero otra vez.
Ser eficiente en los recursos que gastas en tus acciones de comunicación y marketing.
...
El hecho de existir es una oportunidad, una oportunidad para nosotros si sabemos encauzarla en la dirección correcta, o una oportunidad para tus competidores que les ofreces un marco comparativo en el que destacar sin esfuerzo.
Y aquí no llegamos. El hecho de invertir en construir una Marca fuerte, hagas tornillos o refrescos, no sólo te beneficia en todo lo que ya conocemos, sino que obliga a quienes te rodean a ponerse las pilas.
Les obligas a profesionalizarse, a invertir e iniciar una carrera que no trata de ser el primero que llega, sino de quién se lo apropia. Es como lo de jugar a coger el pañuelo… entras en una dinámica que hace que los competidores pongan foco y recursos, en realidad, en ti. Y eso aparta recursos y esfuerzos de otras derivadas.
Esa carrera en realidad, te beneficia a ti, y a ellos. Porque esos movimientos tienen efecto dominó en las categorías, sofisticando sus posicionamientos, ofertas, fomentando otro tipo de innovación, transformando la manera de operar y en realidad subiendo la percepción completa de la categoría. Lo que es en cierta medida bueno para todos.
No hay nada más triste que una categoría completa que no trabaje la Marca como un activo, es como asomarse a una puerta del tiempo en el que no han descubierto el fuego ni la rueda. ¿Imaginas lo que se puede hacer allí con un mechero y una carretilla? Pues eso.
Pues sólo hay algo más triste, aquellas empresas que hacen posible que esas categorías sean así. En esas categorías nunca se necesitó tan poco para conseguir tanto.
En fin, piensa a quién le estás ayudando a vender por tu falta de Marca.
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